Sobre coyuntura, historia y genocidas…
Una gran cantidad de reacciones y expresiones, generaron las declaraciones completas del genocida Videla, hace algunos días. Discutíamos con un grupo de personas, sobre la casualidad o causalidad de la publicación de esta nota concedida por el asesino a un medio gráfico español. Compartíamos la indignación de que este sujeto, hable con notable soltura en el ámbito de una entrevista, cuando aún, respetando ese pacto de silencio macabro sellado con sangre entre él y todos sus cómplices involucrados, no declare lo que se le solicita en los juicios que lo tienen como actor principal. El silencio los condena y ratifica el amplio abanico de las acusaciones.
Pero vuelvo a la casualidad / causalidad del asunto, y unánimemente nos pusimos de acuerdo, en que no se trata en absoluto de algo casual.
Es la coyuntura, estúpido! Me dije, cuándo casi caigo en la tentación de la tranquilidad que da saberlo preso a este ejemplar de asesino impúdico. Es la coyuntura; ese es el tema, la coyuntura actual. Este contexto que menciono, no permite casualidades. Luego del lamentable y trágico desenlace producto de la terrible situación que atraviesa el transporte público, del cual me ocupo en la publicación anterior, aquellos sectores opositores que no tuvieron el éxito deseado en su primera estocada del año, aquella que puso al dólar en cuestión; o bien en la segunda estocada, llevando a las nubes de la exageración absoluta, el plan de desarticulación de los subsidios a algunos sectores de la población en algunos servicios, se encontraron con la tragedia; de ahí, los medios de comunicación (una vez mas) pusieron todos sus dispositivos al servicio de generar una situación de caos, hasta en los que se llegó a exigir en algún caso, la renuncia del gobierno nacional elegido hace apenas cinco meses, con un apoyo popular histórico. No es indiferente todo esto que menciono; no está desconectado.
Y aparece el genocida. Y los medios se regocijan con su charlatanería, y recortan sugestivamente títulos, titulares y titulitos, a través de los cuales, se expresan sus lectores en los diversos foros abiertos. Ahí, es posible darse cuenta, que para algunos al final “Videla, algo de razón tiene: en este país no hay justicia”, o bien, “Es cierto, se juzga a una parte y la que queda libre mata a 51 desde gobierno montonero”. Expresiones vertidas desde la irracionalidad y la irresponsabilidad, de una sociedad presa fácil de la hipocresía mediática, que todavía no comprende los años que nos llevará reestablecer las capacidades de los canales institucionales desmantelados sustento del aniquilamiento sistemático y articular los espacios sociales y culturales que han sido arrasados por años de proscripción popular, clausura operacional de libertades políticas, genocidio militar, complicidad civil, reestructuración democrática, crisis por el debilitamiento y reducción a nada de las capacidades estatales, destrucción de los aparatos productivos en función de la consolidación de una burbuja financiera productora de marginalidad social y concentración de la riqueza con la consecuente desmovilización y fragmentación del núcleo revolucionario y vanguardista de las luchas populares: los trabajadores y la juventud. La sociedad actual, la nuestra, y sobre todo la que se concentra en cualquier sector dentro del “Área Metropolitana de Buenos Aires” (AMBA), está sumida en la pereza de un sentido común extendido, de que hay que mirar para adelante y lo demás es pasado. Es por eso me decidí a pensar que “Es la coyuntura, estúpido”. Haciendo uso de esta elaboración digo: “También es la historia, estúpido”, porque a veces, es la coyuntura tan estúpida, que nos vela la realidad.
Las miradas particulares de los periodistas independientes: ¿miedo a la construcción de nuevas identidades políticas?
Aceptando lo coyuntural, sin deshacernos de las trayectorias históricas, y creyendo firmemente que los discursos son todo eso causal que se presenta en estos contextos políticos y sociales, y porque no económicos, no está demás analizar este berrinche mediático de los editorialistas de Clarín y La Nación, sobre la respuesta frontal de la Presidenta, a dos de sus publicaciones.
¿Cuál es el motivo por el cual no deberíamos pensar o creer o interpretar que las publicaciones de Carlos Pagni y Osvaldo Pepe no son tendenciosas? ¿Solo por el hecho de que son periodistas autodenominados independientes?
Pensemos, y en principio, no perdamos de vista lo anterior: las declaraciones del genocida, las reacciones de repudio en el país sobre todos de los organismos de derechos humanos, la intencionalidad manifiesta del periodista español bajo el absurdo de “querer abrir voces y escuchar campanas”, la reacción del mismo periodista, sosteniendo que en Argentina se lo quiso censurar por el hecho de no dejar hablar a alguien que a su juicio, merece la libertad de expresión, las opiniones vertidas en los diarios en cuestión por sus lectores, cierto clima en algún sector medio alto de nostalgia por aquel orden, cierto uso negativo de palabras en un sentido peyorativo en boca del genocida como por ejemplo, marxismo, revolucionarios, jóvenes, que según su visión estaban intoxicados, que eran “idealistas” y “entrenados” con crueles métodos, en fin no olvidemos que se configura entre sus dichos, un “era nosotros o ellos”.
Este es el contexto en el cual escriben sus editoriales estos paladines de la libertad de prensa. Por lo tanto, que en La Nación, apelen como característica principal del viceministro de economía a su condición de marxista, y que ese adjetivo, maldito para gran parte de sus lectores, figure en la tapa, habla de algo mas, que de una simple expresión descriptiva. Es como un desafío a sus lectores: en el supuesto desplazamiento del joven viceministro a Boudou, interpretación errónea del columnista, ya que solo existe un cambio de roles, aparece el marxismo: ese viejo enemigo de las clases altas; ese fantasma que se intentó exorcizar en los 70; ese miedo total, a que la historia se repita.
Basta el título, para reflotar entre los foristas del diario ese odio visceral, por todo aquello que provenga de las filas de la izquierda, el marxismo, o del peronismo, total para muchos es lo mismo. No conforme, con el detalle, el editorialista, rehace una genealogía, en base a la procedencia judía rabínica que el mismo funcionario desmintió, reconociendo que no tenía nada malo ser el nieto de un rabino de Odessa, pero sucede que no era esa su historia personal. El hábil escriba, sintetiza todo en un supuesto perfil compuesto por un supuesto dogmatismo: aquí se unirían el dogma judío y el dogma marxista. Una forma evidente de aprovechar la coyuntura inmediata e irreflexiva de los últimos días. Una forma de poner al funcionario del lado de enfrente de lo independiente, de lo abierto, de lo global, en fin de lo libre, según la particular concepción de estos términos para el del periodista.
Por otro lado, y al mismo momento, un editorialista de Clarín, toma como eje de su ataque, a la movilización juvenil que lleva adelante, en sus diversas expresiones, muchas de las banderas heredadas de aquellos 70s. Al adjetivo de “imberbes”, el redactor, pone su énfasis en una curiosa teoría genética que luego él mismo desmintió; resultaría, según su punto de vista, inexistente cualquier matriz de lucha popular en nuestra historia, solo tendría cierta derivación genética, dándole sustento a esa teoría inescrupulosa de que hay que “cortar de raíz los elementos subversivos de la sociedad”. Fundamentos que dieron vía libre a la apropiación de bebes, al asesinato de menores o al propio sometimiento de niños a los vejámenes mas perversos que alguien pudiera imaginarse en otras instituciones de encierro, solo por las dudas; por la dudas de que esos niños y adolescentes, llevaran en su estructura, el gen de sus padres; ese que el Sr. Pepe, dijo luego que no quiso decir lo que quería decir; que solo se refería al gen político; lamentablemente, la nota del Sr. es muy clara, aunque él busque lo contrario.
La presidenta a refutado a ambos operadores de los medios hegemónicos y lo ha hecho con valentía, coraje y argumentos de sobra. Lógicamente el coro de periodistas “independientes” (qué gran logro, ser independientes en una sociedad altamente politizada como la nuestra) salió a llorar desconsoladamente por un supuesto ataque a la libertad de expresión; todos, indignados, aterrados. ¿Esperaban que la Presidenta no responda? No se sabe.
El dato importante para extraer de todo esto, es algo que sostengo en casi todas mis publicaciones: en vísperas de un nuevo 24 de marzo, no es posible dar la lucha por terminada. No es posible pasar por alto este tipo de provocaciones, totalmente consecuentes con una mirada sobre nuestra historia. Quienes escriben desesperadamente cosas semejantes, sobre las nuevas expresiones políticas de la juventud, nucleadas en su mayoría en el movimiento peronista kirchnerista, intentan aprovechar el impulso en situaciones adversas, para mostrar sus rostros verdaderos y capitalizar el descontento circunstancial, coyuntural, para encauzar dichas molestias en sus filas. Que hable Videla, que los medios hegemónicos hagan sugestivos recortes de sus dichos que son comentados por sus lectores, y que La Nación incluya la palabra marxista en su tapa para describir aspectos de un funcionario de La Cámpora, dias después de la reafirmación de la alianza entre Cristina Fernandez y la Juventud Peronista que busca su unidad y atraviesa un momento de construcción de identidad política con nuevos bríos, esos que la sociedad reclama cuando se cansa de las mimas caras, y que esto suceda precisamente en un homenaje a Héctor Cámpora, nos llama a pensar que los tiempos cambian pero hay un conflicto latente y permanente entre un sector de la sociedad que reivindica la acción de la dictadura genocida y un sector cada día mas grande y amplio, que apelando al derecho y a los principios democráticos, y no a la venganza, busca construir memoria, verdad y justicia para nuestra historia, para nuestro presente y para nuestra posteridad
11 años y seis meses después, excelente
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