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Nací en la Ciudad de Buenos Aires, el 24 de julio de 1977. Soy Licenciado en Sociología UBA 2008. Brindo apoyo profesional en el Ministerio de Salud de la Nación para el Servicio Nacional de Rehabilitación, en el Departamento de Sistemas de Información. Enseño Historia y Sociología General. Y en este espacio, expreso mis ideas políticas; a veces, con objetividad, muchas veces de forma pasional.

miércoles, 27 de abril de 2011

Recuperar nuestra historia: todas las voces del mismo lado, combatiendo con alegría.


El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza.

ARTURO JAURETCHE

Si uno lee rápidamente los títulos de los diarios sin profundizar dentro de la nota que se anuncia, puede caer en una trampa, que a través de la costumbre, lleva inexorablemente a configurar un pensamiento difuso, pobre, carente de ideas y ejes, y vacío de argumentos.

Es decir, que una persona que lleva adelante este comportamiento frente a los medios gráficos y televisivos, cualquiera sea su preferencia política, no tendría la posibilidad de expresarse si uno lo invitara a desarrollar un texto sobre tal o cual tema, por ejemplo. Podríamos decir, que no sería libre de expresarse, pues quedaría sujeto, casi a voluntad, de las ataduras amarillistas.

La persecución sistemática de este fin por parte de algunos medios gráficos, pretende simplificar cualquier posibilidad de desarrollo de pensamiento crítico e independiente, aduciendo paradójicamente, que esa es la premisa principal de sus editoriales. Aquí, se esconde el filo de la navaja.

De esta manera, quienes acceden a los diarios, por ejemplo, en sus versiones impresas o en la red, muchas veces quedan atrapados en titulares escandalosos y subtítulos vagos, pero que intentan colmar la fugaz avidez del lector. El tajo se produce al instante, porque el arma funciona bien hasta el momento: solo es pensamiento crítico e independiente aquel que figura en la agrupación de empresas y medios concentrados, que ven en peligro la continuidad hegemónica de sus principales intereses: los financieros. Nótese que no he dicho económicos, sino financieros.

En este sentido se pierde la ponderación crítica y el pensamiento ya no es independiente; solo la costumbre lo transforma en estructura estructurante y esta hace de él un mecanismo rápido, inmediato, para formar una opinión muchas veces lejana de los conceptos que por ahí presenta el tema en cuestión, pero suficiente para relucir en discusiones cotidianas, tibias, sin compromiso en donde rápidamente, ante una respuesta mas compleja, pueda decirse que cada uno tiene derecho a pensar como quiere. Esta estructura es veloz, y su dinámica se asemeja a la de las cataratas: se derrama con una potencia demoledora, pero pronto llega a la tranquilidad cancina de su destino. En los términos del pensamiento, este parte demoledor del titular sanguíneo, se desarrolla fugazmente a través de sus interlocutores, hasta que pasa un tiempo, en el que alguien se toma el trabajo de leer bien el fondo de la noticia y la compara con otros medios, con el fin de construir un argumento más sólido.

Entonces, ese derecho a pensar como uno quiere, queda desnudo, y creo, que ahi ya no tiene mucho que ver con elegir, si se lo ejerce de una manera tan inocua. La libertad de expresión no está siempre ligada a la igualdad de posibilidad de expresarse. La libertad de expresión hoy es una propiedad, privada y empresarial. Y sumado a las últimas cruzadas de algunos sectores, está mas ligada a este último proyecto raro de “cuidar la democracia”, por parte de un grupo de “paladines” que cuanto mas se acercan mas se despliegan sus mecanismos de rechazos.

Se dice últimamente que sin libertad de expresión, propiedad privada, seguridad jurídica, libre circulación, estaríamos descuidando la democracia. Algunos más desbocados y temerosos, sostienen que la democracia está en peligro, y se juntan con el fin de cuidarla, como dije antes. Nada dicen de la libertad en la representación de los trabajadores, de la igualdad de oportunidades y de la diversificación de los medios, de la necesidad de desconcentrarlos de las manos de los monopolios, del derecho a la pluralidad de opiniones y de voces, durante muchos años silenciadas.

Por ejemplo:

Pino, qué triste oírlo decir que este Gobierno es fascista, cuando sus documentales fueron expuestos y vistos por los miles que pasaron por la Muestra Ellos Pensaron!
Qué triste es verlo enceguecido por un grupo de tipos que no tienen nada que ver con Ud., o por lo menos con lo que expresa en sus películas!  Solo le faltó someterse al Niño Mauricio, y firmar ese triste documento.

Qué podemos esperar de Macri y su séquito, mas que el intento “democrático” de imponerse como única alternativa de una oposición que ya no tendrá proyecto, ni plataforma, ni programa de acá a octubre.

De Cobos me ocupé recientemente. No hay mucho mas para agregar sobre el títere de las clases medias semicultas de la Capital Federal y de los sectores de la economía agrícola ganadera concentrada. Del radicalismo en particular, y… bueno, mucho no queda.

Carrió, sigue creyendo con irremediables brotes de autoritarismo y personalismo, que su expresión política es democrática: años ya de ARI, CC y otras yerbas, y la renovación de sus dirigentes es igual de parecida a la del PJ disidente: nula. Esa es la democracia que hay que cuidar? El Sr. Adrián Pérez es la renovación de la política? Suena a una tomada de pelo.

Estos señores, en consonancia con sus financistas mediáticos, son quienes le explican a la sociedad que las fuentes de libertad del presente proyecto Nacional y Popular, se basan en estar “de lado de los K” o nada. Algo así como “o se piensa como ellos, o no se puede pensar”; o mejor aún, “ellos son el Pueblo ¿y nosotros qué somos?” Frases todas, circulantes en la cotidianeidad actual de nuestra Argentina, frases que solo es posible entender si uno las rastrea en ese flojo mecanismo defensivo de los que no se la juegan, o bien, de aquellos que buscan un lugar idílico de lo políticamente correcto.

Entonces, éste gobierno, sus funcionarios, quienes adherimos,  el pueblo que lo eligió: ¿no tenemos derecho a construir nuestro relato histórico?, ¿no tenemos derecho a definir a nuestros adversarios?, ¿no tenemos derecho a confrontar políticamente con ellos, para ir por una victoria que consolide y profundice el modelo iniciado en el 2003?, ¿no tenemos derecho a luchar por la transversalidad soñada por Néstor Kirchner, que se ve reflejada en la inédita heterogeneidad de agrupaciones y partidos que componen nuestro Movimiento?, ¿no tenemos derecho a darnos cuenta que dentro del proyecto hay pluralidad de voces e ideas distintas, pero que caminan al lado de este nuevo modelo, manteniendo y sosteniendo su autonomía política?, ¿no tenemos derecho a defendernos de la irracionalidad de una prensa rapaz que hace años desea ver destruido todo lo conseguido?

Si no tenemos derecho para todo esto,

¿Somos nosotros los fascistas, los que impedimos el desarrollo del pensamiento independiente, los que censuramos, los que perseguimos periodistas, los crispados, los violentos, los que recortamos la historia a nuestro favor?

No estamos construyendo el relato que se nos canta, estamos sacando a la luz aquel que estuvo bien escondido, el de las voces silenciadas y desaparecidas o asesinadas; aquel que históricamente, cada vez que intentó salir a la luz, fue avasallado, mutilado, quemado, desintegrado; aquel relato histórico al que intentaron mantener siempre a raya de las experiencias de la lucha popular; aquel relato que nació luego de que los apropiadores de la oligarquía derrotada, vieron que se les venían los de abajo y decidieron junto a lo peor de nuestro ejercito, escarmentar al pueblo por el solo hecho de haber elegido a un  Presidente, inaugurando a partir de 1955, un nueva lucha: la de la resistencia; aquel relato sobre la irracionalidad de nuestros adversarios que quisieron borrar toda la experiencia nacional y popular del mapa; aquel relato capaz de avivar giles como yo, que un día se dieron cuenta que la historia era al revés y se podía cambiar.

Y mientras muchos caminaban, con la zanahoria en la frente, creyendo que nunca mas íbamos a mojar las patas en la fuente, porque un ridículo decreto lo impedía, en la clandestinidad se reagrupaba la lucha, se reagrupaban las consignas y los conceptos de las experiencias populares en torno de la memoria, esa a la que no hay con qué darle, esa a través de la cuál, se honraba la sangre de los caídos y se recogían los retazos de sus banderas mancilladas.

Entonces, ¿nosotros atentamos contra la democracia poniéndola en peligro?
¿Cuál es el relato, entonces? He aquí la lucha, compañeros.

Veo con  felicidad fraterna al recorrer día a día diarios, revistas, libros, impresos y digitales, voces y silencios, programas en la televisión de todo tipo y de todo signo político: como para que uno trate de ver todo lo que quiera y pueda de la manera mas diversa posible, o bien, siga aquellos programas en donde encuentre la representación mas fiel de sus convicciones e intereses. Hoy por primera vez en mis 33 años veo que sucede algo así.

Porque mal que les pese a algunos, le democracia está bien cuidada y seguirá así, mientras la historia la escriba el pueblo en toda su heterogeneidad, pero siempre unido en defensa de su dignidad.

Porque si la historia la escribieron los que ganaron, quiere decir que hubo otra historia, la verdadera, dice la canción, y es nuestra misión traerla y darle el lugar que le corresponde. Combatiendo, con alegría.


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