El tiempo es un enigma. Enigma,
cuando se alarga y parece condenarnos al
tedio. Enigma, cuando vuela y sentimos que nos despiertan de ese sueño
placentero que deseábamos continuar. Es esta segunda expresión la que me invita
a escribir. Porque creo que esa vorágine temporal con la que se dieron los
hechos históricos de los últimos 9 años, expresa la manifestación de un sueño.
Un sueño que durante 200 años de historia, fue constituyendo la memoria
colectiva de nuestro país, dotando a las conciencias de un compromiso político
inigualable. Un compromiso político que muchas veces fue silenciado y hasta asesinado,
pero nunca erradicado. La llama siempre
estuvo encendida; cito a Eduardo Galeano:
“Algunos
fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con
tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se
enciende”
El tiempo no puede con el fuego. Ni el tiempo, ni el olvido. Si por
diversas circunstancias el fuego fue provisoriamente derrotado, la memoria se
encargó de avivarlo; a brazo partido y lágrima suelta; con la sangre pura y la
conciencia inquieta.
Hoy el fuego es bandera en alto; es brillo en los ojos; es pecho abierto;
es primavera eterna. También antorcha y vigilia. Como hace 60 años. El sueño y
el fuego son uno. El sueño es el horizonte, más cercano que nunca. El fuego se
lleva en pecho de la Patria, con orgullo hacia la Victoria.
Gracias Compañero Néstor Kirchner, por mantener junto con todos los
luchadores populares, la llama imperecedera de los ideales más profundos de
Nuestro Pueblo.
Lic. Juan Manuel Rodíguez