La reaparición pública del genocida condenado a prisión perpetua, J. R. Videla, y su consecuente reivindicación de la feroz dictadura genocida desatada en nuestro país a partir del 24 de marzo de 1976, le brinda un marco discursivo a un sentido común histórico, reproducido por determinados sectores de la población: me refiero a aquellos, que realizan un esfuerzo denodado para reinstalar en el menor tiempo posible, la ampliamente refutada Teoría de los Dos Demonios, surgida en la década de los 80 al calor de las acciones de investigación sobre las denuncias de desaparición de personas (el juicio a las juntas, CONADEP, Nunca Mas, etc.)
Para sacarnos rápidamente de encima los elementos contaminantes de dicha teoría, volvamos a nuestros días e invoquemos los sucesos recientes en términos de las Investigaciones y los Juicios de Lesa Humanidad, que se aplican sobre los circuitos criminales desplegados por los genocidas: esta última calificación, no se trata de un insulto como lo fuera antaño, sino que se ajusta perfectamente a estas figuradas condenadas, y es la adjetivación mas extensamente aceptada en nuestra sociedad actual, gracias a la incansable lucha en torno a la construcción, consecución e instalación de Memoria, de Verdad y de Justicia, liderada desde el inicio, por todos los organismos de Derechos Humanos que conocemos.
Aceptando lo escrito, intentemos realizar un ejercicio que nos obliga a estar alertas, pues estas conquistas no deben quedar en la pasividad histórica del anhelado reconocimiento a las luchas de quienes nos precedieron, sino que deben concretarse como inspiración movilizante para todos aquellos a los que nos interesa desarrollar estrategias y desplegar mecanismos, para lograr una sociedad, como siempre digo, igualitaria, justa y soberana. El hecho de mantener claramente movilizados a todos los que nos involucramos de una u otra manera en estas cuestiones, no es solo una invitación a sostener estas reivindicaciones vigentes, sino que responde a algo mas concreto todavía: aún no se ha logrado desmantelar, ni neutralizar la acción de los resabios mas recalcitrantes de la dictadura. Varios ejemplos tenemos de esto que digo. Basta con mirar las expresiones de ciertos sectores de la prensa a través de los recortes y comentarios que realizan sobre las declaraciones del genocida Videla; basta con recorrer ciertos portales, blogs, revistas, etc., que reivindican abiertamente lo ocurrido en esos años y que solicitan el juicio a aquellos militantes con pasado en las organizaciones armadas de la tendencia revolucionaria (Revista Cabildo, La historia Paralela, etc.); basta con ver el regocijo de algunos foristas, por ejemplo, al enterarse de la delicada situación de un icono de la lucha por los derechos humanos como es el Dr. Eduardo Luis Duhalde (el Duhalde bueno, como decimos algunos); basta con ver a este hombre, siendo amenazado en vivo y en directo por uno de estos alfiles progenocidas como es Cecilia Pando; basta con entrar en internet y recorrer notas como por ejemplo de Cosme Becar Varela , o Luz García Hamilton, analizando la crisis del hombre por alejarse de la iglesia para uno, o reivindicando tras su muerte al genocida y torturador implacable de D. Bussi.
A través de estos ejemplos llegamos a la reaparición pública de Videla en un medio español, gestionada por un periodista de esa nacionalidad, que sostiene que todo el mundo tiene derecho a expresarse. Sus dichos y reivindicaciones, no hacen más que brindarnos la oportunidad de comprender el valor actual fundamental que tiene la continuidad de las investigaciones y los juicios por delitos de lesa humanidad. No fue hace mucho tiempo cuando el genocida Astíz, sostuvo que él está preparado para matar y si no lo hace, es porque no quiere. No fue hace mucho que desapareció Julio López, luego dejar un testimonio que será difícil de olvidar. Y es ahora, cuando las fuerzas de seguridad, paradójicamente se encuentran en una encrucijada ante la sociedad. El constante machaque mediático sobre una serie de policías que murieron cumpliendo su deber, el interminable discurso sobre la inseguridad, y la actuación ilegítima de las fuerzas de seguridad en intervenciones frente a la protesta social, nos obliga a defender lo hasta ahora realizado y conseguido. Porque, entonces aparece ese sentido común bien estructurado en el seno de la sociedad, demostrando su vigencia: vuelven el miedo, el terror, y juntos, producen el envalentonamiento en este caso de las fuerzas armadas. Recuerdo a Néstor Kirchner, desinflando casi sin esfuerzo al Gobernador Scioli, cuando este se quejaba por “tener las manos atadas” en la lucha contra el delito, y me pregunto, ¿si se las “desataban” qué tenía pensado hacer?. Esto demuestra como dentro mismo del movimiento, se precisa de liderazgo permanente para evitar desbordes autónomos de dirigentes que ven con añoranza algún desalojo de ruta violento.
Este movimiento gobernante ha refrenado y combatido abiertamente la represión de la movilización social; algunos dicen que no es así; yo sostengo que sí, y me baso simplemente en que, en el año 2001, en las jornadas de diciembre, fueron asesinados por las fuerzas represivas mas de 30 personas que protestaban. Hoy la policía no puede reprimir llevando sus armas reglamentarias. Si lo hace, incurre en un delito que debe ser investigado. Hasta ahí lo que debería ser. Pero no festejemos de antemano: las fuerzas de seguridad en muchos casos, aún presentan estructuras amparadas en los lineamientos mas ortodoxos de la última dictadura genocida; recuerden, que se intenta establecer actualmente, la importancia, para nada meramente nominal, de conceptualizar dicha masacre, como genocidio en manos de un aparato cívico militar. Se trata entonces, permanentemente desde hace muchos años, de investigar muchas estructuras combinadas que operan actualmente dentro las instituciones de seguridad y que aun no han podido ser removidas ni desarticuladas. Videla en sus declaraciones, no hace más que confirmar esto que sostengo.
Por eso y para no extenderme mas de la cuenta, le doy la bienvenida a quien se interese, legítima y lealmente, en la actualidad por llegar al fondo de aquellas cuestiones que envuelvan a las fuerzas de seguridad, que aún en democracia y bajo un gobierno que les impuso limitaciones en su intervenir y proceder, continúan sosteniendo estructuras montadas en los años del genocidio. Jueces, comisarios, oficiales de alto rango, civiles, que aún escapan a la justicia desplegada con el fin de desmantelar definitivamente la estructura represiva mas nefasta de nuestra historia. Nos un reto sencillo, pero este gobierno lo aceptó. Y al hacerlo, se hace cargo de sus costos y beneficios.
Para muchos, para mí, es el camino para la desarticulación de este entramado que aún hoy tiene sus fieles referentes, dispuestos a dar pelea por su mantenimiento. Contra ellos, mantengamos la lucha.
La lucha contra la represión continúa; fue ayer, hoy y siempre; no dejemos que algunos paracaidistas en el tema la conviertan en un absurdo slogan para beneficio de sus intereses particulares.
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